viernes, 5 de junio de 2015

Día Mundial del Medio Ambiente: 7 mil millones, un planeta

Hoy viernes, 5 de junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que se conmemora en decenas de países y que estableció la Asamblea General de Naciones Unidas en 1972, durante la Conferencia sobre Medio Ambiente Humano llevada a cabo en Estocolmo, Suecia, a la que también se le recuerda como la primera Cumbre de la Tierra. Esa reunión, además, dio origen al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

   También en 1972 el Club de Roma publicaba el informe “Los límites del crecimiento”, que anunciaba consecuencias drásticas para la población humana debido a la contaminación, la pérdida de suelos cultivables y la escasez de recursos.

   Ahora nos puede parecer absurdo, pero en ése momento la idea de que no es posible mantener un desarrollo económico siempre creciente, ni un ritmo de consumo constante a costa de los recursos limitados, en un planeta finito, causó revuelo.

   Hoy cada vez es más claro –o debería serlo– que el bienestar de las personas y el funcionamiento de la economía dependen de la gestión sustentable de los recursos naturales del planeta. Todos los días se acumulan evidencias de que estamos consumiendo más recursos de los que el planeta puede regenerar y, al mismo tiempo, desechamos más de lo que los ciclos naturales pueden absorber.

   A consecuencia de ello, como hemos comentado en anteriores entradas, muchos de los ecosistemas de la Tierra están cerca de los puntos críticos de agotamiento o de cambio irreversible, empujados por el alto crecimiento de la población, pero sobre todo, por un tipo de desarrollo económico que necesita del consumismo para subsistir.

   Los cálculos actuales de diversos organismos internacionales permiten esperar que para el año 2050, si los patrones de consumo y producción se mantienen, y con una población que se estima llegará a los 9 mil millones y medio de seres humanos, nos harían falta tres planetas para mantener el ritmo de consumo de las economías más desarrolladas. El ‘pero’, el gran pero, es que hasta el momento, sólo tenemos un planeta.

   Por ello, este año la ONU decidió que el lema del Día Mundial del Medio Ambiente fuera "Siete Mil Millones de Sueños. Un Planeta. Consume con moderación” para llamar la atención acerca de la imperiosa necesidad de que comencemos a vivir dentro de los límites del planeta, como la estrategia más viable para asegurarnos un futuro, para nosotros, los jóvenes que ya están aquí y los humanos que aún no han llegado.

   Para mostrar por qué es tan importante el tema del consumo en relación con el agotamiento de los recursos de la Tierra, vamos a dar unas cuantas cifras:
  • A lo largo de toda su vida, un estadounidense consumirá en promedio 118,672 litros de gasolina, de acuerdo con cifras del informe Human Footprint de National Geographic del 2006. Cabe mencionar que cada litro de gasolina requiere al menos 50 litros de agua en su producción y emite medio kilo de bióxido de carbono al quemarse.
  • De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, cada mexicano consume, en promedio, 160 litros de refresco al año, lo que significa que consumirá 11,200 litros a lo largo de su vida. Cada litro de refresco contiene unos 100 gramos de azúcar y por otro lado,
  • Cada año se desechan 250 millones de teléfonos celulares en todo el planeta para darle paso a nuevos modelos, por citar tres casos muy rápidos.
   Ahora bien, es importante mencionar que no todos consumimos igual y el impacto de nuestras actividades en el planeta no es el mismo. Por ejemplo, al menos 2,800 millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares al día –muchos son mexicanos, por cierto– y más de mil millones de personas carecen de un acceso suficiente al agua potable, de acuerdo con datos de la ONU.

   Además, 825 millones de personas están desnutridas, mientras que el 12 por ciento de quienes viven en América del Norte y Europa Occidental concentran el 60 por ciento del consumo mundial de bienes y servicios, un tercio de la población que vive entre Asia meridional y el África subsahariana consumen tan sólo el 3.2 por ciento.

   Otro ejemplo, es el desperdicio de alimentos, de acuerdo con la FAO, cada año se tiran a la basura 1,300 millones de toneladas de alimentos, lo que se traduce en enormes cantidades de agua, combustibles, recursos y emisiones de gases de efecto invernadero empleadas sin sentido, por no hablar de todas las personas que podrían dejar de pasar hambre si la racionalidad del consumo y la ganancia no prevalecieran por sobre cualquier otro criterio.

   Y ahí está en cierta medida, la clave del asunto. La inequidad económica es una parte indisoluble de los problemas ambientales, de manera que al pensar en el ambiente nunca debemos perder de vista los factores sociales, económicos y políticos para encontrar soluciones realmente sustentables.

Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 2 de junio de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUMA-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).