martes, 27 de enero de 2015

El planeta tiene límites... y hay rayas que no debemos cruzar

Hoy queremos comentar sobre la actualización de la investigación acerca de los límites planetarios, un esfuerzo que reúne investigaciones de diferentes grupos de científicas y científicos, que publicó este 16 de enero la revista Science.  El texto es poco alentador: como resultado de la actividad humana, hemos cruzado cuatro de los nueve límites propuestos por el Centro de Resiliencia de Estocolmo para monitorear la salud de la Tierra.


   ¿Cuáles son y qué nos dicen los límites planetarios?

   Desde hace varias décadas se han realizado diferentes análisis para tratar de evaluar los efectos de las actividades humanas en los sistemas biológicos, químicos y geológicos del planeta.

   Una de las propuestas más recientes fue publicada en el 2009 por un grupo internacional de 29 investigadores reunidos por la Universidad de Estocolmo, entre los que destacan Johan Rockström del Centro de Resiliencia de Estocolmo y Jonathan Foley de la Universidad de Minnesota, en la que establecen un marco de nueve límites planetarios fundamentales para la estabilidad de los sistemas terrestres, los cuales que no deberían cruzarse pues significan, muy probablemente, un punto de no retorno.

   Dentro de estos límites se enmarcan las condiciones ambientales que han permitido el florecimiento de la civilización humana y, que de ser superados, podrían desencadenar cambios irreversibles en los procesos climáticos, geo-químicos y biológicos globales, poniendo en riesgo la sobrevivencia de nuestra especie y de muchas  mas.

   El artículo publicado en Science este mes, señala que ya nos pasamos de la raya en cuatro de estos nueve límites: cambio climático, pérdida de la integridad de la biosfera (que en anteriores estudios se denominaba pérdida de la biodiversidad), transformación de los suelos y alteración de los ciclos biogeoquímicos del fósforo y el nitrógeno.

   Los dos primeros, cambio climático y pérdida de la integridad de la biosfera, se consideran absolutamente críticos, pues cada uno, por sí mismo, tiene el potencial para impulsar un cambio “sustancial y persistente” en el funcionamiento del Sistema Tierra.

   Este cambio nos llevaría hacia condiciones del planeta mucho menos hospitalarias, “afectando los pocos o muchos esfuerzos para reducir la pobreza y conduciendo a un deterioro del bienestar humano en muchas partes del mundo, incluidos los países ricos", de acuerdo con el primer autor del artículo, Will Steffen, investigador de la Universidad Nacional de Australia.

   En cuanto al cambio climático, cuyo origen y consecuencias hemos comentado en otras ocasiones, el artículo señala que cada vez hay más evidencias que apuntan a las 350 partes por millón de CO2 en la atmósfera como el límite a no rebasar.

   Límite que ya rebasamos, y comenzamos a vivir las consecuencias de ello: incremento en la intensidad, frecuencia y duración de las olas de calor a nivel mundial; el número de eventos con lluvias fuertes en muchas regiones del mundo es cada vez mayor, los cambios en los patrones de circulación atmosférica han aumentado la sequía en algunas regiones del mundo, la tasa de pérdida de hielos en Groenlandia y la Antártida está creciendo y el nivel del mar está incrementándose.

   En cuanto a la pérdida de biodiversidad, ésta se ha acelerado por cien desde 1950 y nos está llevando, a lo que ya hemos comentado en otras ocasiones, como la Sexta gran extinción, la siguiente, después de la desaparición de los dinosaurios.

   La nueva investigación se enfoca, sobre todo, en resaltar el impacto humano en el funcionamiento de los ecosistemas, por ejemplo, cómo estamos alterando la capacidad de los bosques para absorber bióxido de carbono.

   Así, si consideramos que hemos arrasado 763,000 kilómetros cuadrados de selva amazónica en 40 años, el bosque más importante del planeta para la absorción de CO2, no podemos esperar que esto no tenga consecuencias.

   Por otra parte, el estudio amplía el concepto de contaminación por el de “introducción de nuevos elementos”, para mostrar cómo los humanos podemos influir de muchas maneras en el sistema Tierra a través de las nuevas tecnologías. Es decir, se considera ya no solamente la contaminación por sustancias tóxicas sintéticas, sino que se enfatizan los riesgos potenciales a nivel global por la liberación de materiales radiactivos y nanomateriales.

   Los otros límites, que no hemos sobrepasado, pero que se encuentran en niveles críticos, son la pérdida de la capa de ozono estratosférico, la acidificación de los océanos, el consumo global de agua dulce, la descarga de aerosoles a la atmósfera y la contaminación química.

   ¿Cuál puede ser el lado positivo del artículo? Esta investigación no tiene la intención de asustarnos, aunque lo logra, sino principalmente de hacer comprensibles los límites de los recursos que podemos extraer y lo que podemos emitir al entorno, a nivel regional y global. Este conocimiento nos brinda una gran oportunidad para cambiar las cosas, principalmente los modelos de desarrollo de nuestras sociedades industriales.

   Los límites planetarios deben servirnos de marco para disminuir el riesgo y encaminarnos hacia un desarrollo sustentable, y nos deberían llevar a cuestionar, por ejemplo, si los proyectos de desarrollo, de infraestructura y nuevas industrias que nos presentan nuestros gobernantes a nivel local y nacional son los más adecuados en términos ambientales, de equidad social y económica, y si nos permiten construir resiliencia, es decir, una forma real de enfrentar los cambios que están ocurriendo en todo el planeta al tiempo que  incrementamos el bienestar de las comunidades.

   Así pues, estos límites se presentan como una buena herramienta que nos brindan las ciencias de la sostenibilidad para cambiar el rumbo de nuestras sociedades, y dejar de pasarnos de la raya.

* Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 27 de enero de 2015.
Mireya Ímaz, Marjory González. 2015, PUMA-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

lunes, 26 de enero de 2015

Vida oceánica, ¿al borde de la extinción masiva?

Un equipo internacional de científicos, mediante un innovador análisis, llegó a la conclusión de que el ser humano está a punto de causar un daño sin precedentes a los océanos y la fauna que vive en ellos.

   "Estamos así del precipicio de una gran extinción", dijo Douglas J. McCauley, ecologista de la Universidad de California, Santa Barbara, y coautor de una nueva investigación publicada el jueves en la revista Science.

   La valoración científica de la salud de los océanos está llena de incertidumbres, pues es mucho más difícil para los investigadores juzgar el bienestar de una especie que vive bajo el agua, cruzando miles de kilómetros, que realizar el seguimiento de la salud de una especie en tierra. Además, los cambios observables en ecosistemas oceánicos particulares pueden no reflejar las tendencias de todo el planeta.

   Lo que el Dr. McCauley y sus colegas perseguían era tener una imagen más clara de la salud de los océanos, y para ello reunieron datos de una enorme cantidad y variedad de fuentes, desde registros fósiles hasta las modernas estadísticas extraídas de buques de carga, así como de la pesca y la explotación minera del lecho marino. Si bien muchos de los resultados ya se conocían, nunca habían sido yuxtapuestos de esta manera.

   El estudio muestra señales claras de que los humanos están dañando los océanos en grado sumo, pues es innegable que algunas especies oceánicas son ya sobre-explotadas. Sin embargo, el mayor daño se produce por la pérdida de hábitat a gran escala, que probablemente se acelere conforme los avances tecnológicos incrementen la huella humana, como detallaron los investigadores.

   Los arrecifes de coral, por ejemplo, se han reducido en un 40 por ciento en todo el mundo, en gran medida como resultado de un aumento en la temperatura del mar debido al cambio climático.

   Algunos peces ya migran hacia aguas más frías. La lubina negra, por ejemplo, antes muy común en las costas de Virginia, se ha mudado a Nueva Jersey. Pero no todas las especies pueden ser tan afortunadas de encontrar otras orillas. No mientras las emisiones de carbono sigan alterando la química del mar, volviéndolo cada vez más ácido.

   Por su parte, ecosistemas frágiles como los manglares están siendo sustituidos por granjas de peces, que proporcionarán la mayor parte del pescado que consumiremos de aquí a 20 años. Y los arrastreros de fondo, con sus grandes redes cubriendo el suelo oceánico, han afectado ya 51.8 millones de kilómetros cuadrados de océano, reduciendo extensiones de la plataforma continental a escombros.
Una ballena muerta en Rotterdam, Holanda, en 2011. A medida que los buques portacontenedores se multiplican, más ballenas están siendo perjudicadas, según el estudio de Science.

   El análisis señaló además que, aunque las ballenas ya no sean tan perseguidas por la caza, ahora están muriendo en colisiones con más frecuencia, pues el número de buques portacontenedores se ha elevado.

   Las operaciones mineras también transformarán el océano: los contratos de minería de fondo han incrementado su cobertura, de cero en el 2000, a 460,000 millas cuadradas de lecho oceánico en la actualidad, con el consabido potencial de arrasar con ecosistemas únicos y de contaminar el mar profundo.

   Los océanos son tan vastos que sus ecosistemas parecerían inmutables a los cambios. Pero la Dra. McClenachan -analista independiente del Colby College- advirtió que el registro fósil muestra que los desastres globales han destrozado los mares con anterioridad. "Las especies marinas no son inmunes a la extinción a gran escala", dijo.

   Antes del año 1500, pocas especies de aves marinas habían desaparecido. Desde entonces, los científicos han documentado tan sólo 15 extinciones en el océano, entre ellas la de la foca monje del Caribe y la vaca marina de Steller.

   Si bien estas cifras probablemente son subestimaciones, el Dr. McCauley dijo que la diferencia era, sin embargo, reveladora.

   Muchas especies marinas que se han extinguido o están en peligro de extinción dependen de la tierra -por ejemplo, aves marinas que anidan en acantilados o las tortugas, que desovan en las playas.

   Aún así, el Dr. McCauley cree que los humanos aún tenemos tiempo para detener el daño, esto mediante programas eficaces que limiten la explotación de los océanos. El tigre puede no ser rescatable en tierra, pero el tiburón tigre sí, declaró.

   El Dr. McCauley y sus colegas argumentan que limitar la industrialización de los océanos a algunas regiones podría permitir que las especies amenazadas se recuperen en otros sitios. "Creo fervientemente que nuestro mejor aliado para salvar el océano es el propio océano," dijo Stephen R. Palumbi de la Universidad de Stanford, coautor del estudio.

   Los científicos también afirman que estas reservas tienen que ser diseñadas con el cambio climático en mente, de manera que las especies que escapen a las altas temperaturas o a un pH bajo sean capaces de encontrar refugio.

   "Como una especie de rayuela, arriba y abajo de las costas, para ayudar a estas especies a adaptarse," dijo el Dr. Pinsky, otro de los autores

   En última instancia, el Dr. Palumbi advirtió que la desaceleración de las extinciones en los océanos necesariamente significa mitigación de las emisiones de carbono, no sólo adaptación.

   "Honestamente, si al final del siglo no estamos fuera de la curva del modelo de producción actual, creo que no hay mucha esperanza para los ecosistemas normales en el océano", dijo. "Mientras tanto, tenemos una oportunidad de hacer lo que podamos. Nos queda un par de décadas más de lo que creíamos, así que no hay que desperdiciarlas".

Traducción del PUMA a la nota publicada por The New York Times.

viernes, 23 de enero de 2015

¡Bebé Tuga, qué felicidad verte!

* Grupos conservacionistas anuncian una sorprendente recuperación de la tortuga Pinzón de Galápagos

En 2012, se veía pasar a toda velocidad un helicóptero sobre Pinzón, una de las famosas islas Galápagos. Su misión: cubrir el volcán de 18 km2 con cebo envenenado contra ratas, para erradicar la población de roedores invasores -para bien-.

   Ahora, dos años más tarde, los beneficios de esta iniciativa están empezando a verse. "Hemos encontrado 10 diminutas tortugas ‘ensilladas’ o gigantes de Galápagos (Chelonoidis ephippium), recién nacidas en la isla a principios del mes pasado" reportó un grupo conservacionista en correspondencia a la revista Nature de esta semana.

   Debido a la depredación por ratas, se piensa que en los últimos 150 años en Pinzón no habían eclosionado tortugas. Pero las crías de tortugas gigantes son muy difíciles de detectar, pues a menudo se ocultan bajo pedregones sueltos de lava, así que probablemente habría muchas más. "Sospecho que habría entre 100 y 300", declaró James Gibbs, quien ha escrito una hermosa crónica para el blog Galapagos Conservancy sobre su reciente exploración en Pinzón.

   “Al final de nuestro viaje, el equipo había encontrado más de 300 tortugas, lo que resulta en una estimación de la población total en más de 500, casi el triple de la población de entre 100 a 200 individuos, muy viejos, que había en Pinzón cuando el Parque Nacional Galápagos se fundó en 1959.”

   "Se están reproduciendo de nuevo in situ", añade.

   Gibbs y otros exploradores se esforzaron en detectar signos de ratas vivas, pero no encontraron ninguna. "Como biólogo pasé tiempo dilucidando si cada rata fue muerta", dice. Pero parece que si lo lograron."

   El reto ahora, en un archipiélago con 30,000 residentes y 200,000 visitantes cada año, será evitar que las ratas puedan encontrar su camino de regreso a Pinzón.

   Para más detalles de la iniciativa de erradicación de ratas, puedes consultar la correspondencia enviada a Nature, aquí.

Traducción del PUMA a la nota publicada por The Guardian.

jueves, 22 de enero de 2015

Apagón analógico, ¿apagón ambiental?

En días recientes se han publicado en periódicos nacionales algunos reportajes alrededor de una pregunta que nos parece de los más pertinente: ahora que México va a entrar de lleno a los sistemas de Televisión Digital en lo que se ha conocido como “apagón analógico”, ¿qué va a pasar con los millones de televisores que quedarán inútiles el 31 de diciembre de este año?

   El tema es de la mayor importancia ambiental, debido a los volúmenes de residuos electrónicos que ya se están generando y que se multiplicarán por este proceso de conversión.

   De acuerdo con el Programa de Trabajo para la Transición a la Televisión Digital Terrestre (TDT), 15.3 millones de hogares mexicanos dependen de la televisión analógica. El programa del gobierno federal para entrega de televisores digitales a familias de escasos recursos abarcará al menos el padrón de SEDESOL, que cuenta con 12.6 millones de hogares.

   Siendo conservadores, podría calcularse que por cada televisor entregado saldrá otro, el problema es ¿a dónde? Y eso sin contar a las familias que ya tienen un televisor digital pero conservan uno o más aparatos analógicos que dejarán de funcionar.

   Entre las líneas de acción del citado Programa, destaca que debe “establecerse un plan de manejo para los televisores analógicos desechados producto de la transición a la TDT que considere el acopio y reciclaje”, de acuerdo con su cronograma, dicho acopio debía implementarse a partir de marzo del 2014 para alcanzar una meta de 70% de aparatos reciclados en diciembre de este año.

   Sin embargo, dicho plan no se ha dado a conocer pues aparentemente se encuentra en elaboración, de acuerdo con los reportajes de Reforma, El Economista y El Universal. En contraste, la entrega de televisores nuevos sigue su curso.

   Pero ¿qué consecuencias puede traer para la salud humana y para el ambiente una disposición inadecuada de estos millones de aparatos?

   De acuerdo con el estudio Los residuos electrónicos en México y el mundo, publicado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en 2011, los residuos electrónicos contienen elementos potencialmente tóxicos como mercurio, plomo, cadmio, berilio, cromo y bario. Además, algunas sustancias utilizadas como retardantes de flama representen riesgos potenciales, particularmente los éteres bifenílicos polibromados (PBDEs).

   Estas sustancias pueden bioacumularse en los tejidos grasos de los seres vivos y en el ambiente y representan un riesgo potencial a la salud humana y de los ecosistemas, cuando se liberan en sistemas de reciclaje informal o se disponen en tiraderos a cielo abierto y en sitios no controlados. Existe una preocupación especial por la acumulación de estas substancias en la leche materna, razón por la cual la Organización Mundial de la Salud lleva a cabo un monitoreo global constante de la presencia de los bifenilos y otros contaminantes orgánicos persistentes.

   El manejo de estos residuos es un problema en nuestro país, pues de acuerdo con el mencionado estudio del INECC, el 40% de estos aparatos se almacenan en las casas, 50% llegan a basureros y rellenos no controlados y sólo 10% se reciclan.

   Cuando este tipo de residuos llegan con chatarreros o pepenadores, se desarman en condiciones de riesgo para estas personas y los elementos sobrantes son abandonados en terrenos baldíos o en depósitos no aptos, de manera que las sustancias peligrosas que contienen pueden terminar contaminando suelos y aguas superficiales o mantos freáticos. Peor aún si se queman al aire libre, cosa que ocurre con frecuencia, por ejemplo, para separar el cobre de los cables.

   Dado que el programa de entrega de televisores del Gobierno Federal está dirigido a municipios con alta marginación, es de vital importancia que se ponga en operación el plan de manejo comprometido, pues es justo en este tipo de localidades donde se ubican los rellenos sanitarios con menores controles así como los tiraderos a cielo abierto, de manera que hay un riesgo mayor de que los televisores desechados terminen ahí.

   No estaría de más involucrar en el plan de disposición y reciclaje a la industria que se verá beneficiada por la adquisición masiva de televisores, pues el costo de estos procesos es alto, tanto como 40 a 60 pesos por aparato, de acuerdo a información proporcionada por la bióloga Ana González de la Vega al diario El Economista. Así las cosas, invitamos a las y los ciudadan@s a no deshacerse de sus equipos a menos que sea a través de programas oficiales o bien de empresas autorizadas, y a mantenernos atentos a la presentación del programa de manejo de la autoridad ambiental, que esperamos ya no tarde en darse a conocer.

* Editorial ambiental de Mireya Ímaz en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 20 de enero de 2015.

miércoles, 21 de enero de 2015

Tribunal de los pueblos y derecho a un ambiente sano en México

Hoy queremos comentar los resultados de la parte ambiental del capítulo sobre México que realizó el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), cuyas conclusiones se dieron a conocer el pasado 12 de noviembre en la capital de nuestro país.
 
   El Tribunal es una instancia independiente de carácter internacional fundado hace casi 50 años por Bertrand Russel y Jean Paul Sartre, que en un primer momento expuso al mundo las atrocidades cometidas durante la guerra de Vietnam. Desde entonces, reúne a jurados compuestos por expertos internacionales para escuchar y sentenciar acerca de injusticias cometidas contra los pueblos del mundo.

   El capítulo México del Tribunal se instaló en octubre del 2011 y se organizó en siete audiencias temáticas, una de las cuales estuvo dedicada al tema “Devastación ambiental y derechos de los pueblos”.

   De acuerdo con la relatoría del Tribunal, en dicha audiencia temática participaron representantes de 500 organizaciones sociales, pueblos, comunidades, barrios y colectivos urbanos y campesinos provenientes de 21 estados del país.

   Las y los jueces recibieron material y testimonios que documentan 211 denuncias correspondientes a 433 municipios, abarcando problemáticas diversas en torno al agua, urbanización, construcción de carreteras, represas, minería, basura, petróleo, agrotóxicos e industria, así como conflictos regionales.

   Por la diversidad de los casos presentados y el tamaño de la población afectada, que se calcula en unos 40 millones de personas, la relatoría concluye que la crisis ambiental en nuestro país no se circunscribe a una región ni afecta a unos cuantos grupos vulnerables sino que es “integral, generalizada y creciente”.

   La relatoría señala que México está frente a un colapso ambiental que se manifiesta en la pérdida de ecosistemas, ríos, semillas, biodiversidad, saberes y prácticas agroecológicas, así como un deterioro de la salud de la población del país vinculado a la contaminación industrial de cuerpos de agua, aire y suelos, así como debido a la acumulación de tóxicos en tierras agropecuarias, ríos y lagunas.

   Para ejemplificar lo anterior, la relatoría menciona cifras proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud, que revelan que a nivel mundial 22 por ciento de las muertes por enfermedades del corazón están relacionadas con la exposición a sustancias tóxicas en el aire, y de acuerdo con el programa sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno Federal publicado en el 2013, 72.2 millones de mexicanos vivimos en condiciones de mala calidad del aire.

   En dicho programa sectorial también se señala que 52.5 por ciento de las aguas residuales municipales recolectadas, más otro volumen de aguas no recolectadas, se vierten directamente en presas, ríos, lagos y mares sin tratamiento previo.

   El mismo documento indica, cito textual, que “el crecimiento del país no ha sido ambientalmente sustentable. Paralelamente al aumento del producto interno bruto (PIB), crecieron las emisiones de bióxido de carbono, la generación de residuos de distintos tipos y la descarga de aguas residuales, a la vez que la cubierta de bosques y selvas se redujo”.

   De manera que no parecen estar muy alejados el diagnóstico del Tribunal Permanente de los Pueblos del generado en instancias oficiales, si bien el resolutivo del primero, de acuerdo con la sentencia emitida por las y los jueces, resulta muy duro para el Estado mexicano, pues concluye  que éste ha desviado su poder para favorecer y proteger los intereses de algunas empresas y corporaciones por encima del interés general de la población, y ha incumplido su deber de cuidar las condiciones naturales para la vida digna de los pueblos y comunidades.

   Por fuerte que pueda parecer la sentencia, sería deseable que el propio acusado, es decir, el Estado mexicano, en todos sus órdenes y niveles, revisara con cuidado la documentación y las denuncias presentadas al Tribunal, y examinara a conciencia la operación de sus diversas instancias, pues es muy probable que los denunciantes antes hayan visto agotados, sin éxito, los recursos institucionales de denuncia y reparación de daño que prevén nuestras leyes.

   No debemos olvidar que el 8 de febrero del 2012 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reformas al artículo cuarto constitucional, el cual establece que “toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley.”

   Así, este ejercicio ciudadano apela a lo establecido en nuestra carta magna, y debiera tomarse como un llamado de atención y un recordatorio de que las instituciones y los gobernantes se deben a los habitantes del país en general, por encima de intereses particulares. Por mucho que pueda incomodar, la crítica de los gobernados debería verse no como un elemento de desestabilización, sino como una expresión de un ánimo participativo que, justamente, es indispensable en una democracia.

* Editorial ambiental de Mireya Ímaz en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 25 de noviembre de 2014.

jueves, 15 de enero de 2015

2014: lo malo, lo feo y lo bueno en el medio ambiente

Para arrancar el 2015 queremos hacer  una apretada síntesis de lo malo, lo feo y lo bueno que nos dejó el 2014 en el marco de de la sustentabilidad, temas que comentamos ya con mayor detalle en entradas anteriores.

Lo malo

2014 fue el año más cálido en el planeta del que se tenga registro, con temperaturas globales promedio de 0.86 grados Celsius por encima del promedio del siglo 20, de acuerdo con un artículo publicado por Scientific American el 4 de diciembre pasado.

   Además, la publicación señaló que con el 2014 van 38 años consecutivos que presentan una temperatura  mundial anormalmente alta.

   En estrecha relación con estas noticias, en mayo la NASA hizo públicas las conclusiones de un estudio que indica que la contracción de los glaciares de la Antártida occidental ha cruzado un umbral crítico y es ahora “irreversible” e “imparable”, lo que tendrá consecuencias mayores, en principio, en el nivel de los océanos.

   Ante este panorama, los resultados de la COP 20 celebrada en Lima,  cuya declaración final "invita" a los países desarrollados a financiar acciones de mitigación y adaptación, en los países pobres ya afectados por el cambio climático, son casi el colmo de lo malo.

Lo feo

El 6 de agosto una falla en una presa de residuos de la mina Buenavista del Cobre, filial de Grupo México, ocasionó el derrame de 40 mil metros cúbicos de residuos tóxicos en el río Bacanuchi en Sonora, en lo que ha sido considerado por las autoridades el desastre ambiental más grave en el país. A la fecha, no hay responsables presentados ante la justicia y no queda claro aún cómo se reparará el daño.

   El paso del huracán Odile que devastó Baja California Sur  volvió a mostrar, como Ingrid en Guerrero en el 2013, que en México no tenemos un sistema robusto de alerta temprana, ni estamos creando resiliencia –es decir, la capacidad de un sistema para mantener las características que lo identifican como tal- ante situaciones como el cambio climático.

   En el ámbito global y de acuerdo con un artículo publicado por Hyacinth Mascarenhas en Global Post el primero de enero, el año pasado no hicimos lo necesario para evita,r que en 2015, casi con toda seguridad, desaparezcan para siempre del planeta al menos 13 especies animales: el leopardo del Amur, el elefante de Sumatra, el rinoceronte de Java, el Unicornio Asiático, el tigre de Siberia, los gorilas de montaña y el gorila occidental de llanura, el lémur de bambú, el orangután de Sumatra, el rinoceronte negro y la marsopa sin aleta. La lista incluye tambén a la tortuga Laúd y la Vaquita marina, que habitan en aguas mexicanas.

   Para no deprimirnos del todo, dejamos al final lo bueno del 2014:

   A fines de septiembre ocurrieron las mayores manifestaciones de las que se tenga memoria para exigir a los gobiernos de todo el mundo  que actúen, en serio, contra el cambio climático. Solamente en la ciudad de Nueva York se reunieron más de 300,000 personas, en una muestra de conciencia y organización ciudadana en torno al, sin lugar a dudas, mayor problema ambiental que enfrenta la humanidad.

   En noviembre pasado Estados Unidos y China firmaron un convenio histórico para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero de las dos potencias mundiales, las cuales se habían negado sistemáticamente a signar este tipo de compromisos, a pesar de ser responsables del 40% de las emisiones globales.

   En México, durante mayo se anunció la suspensión de un mega- complejo turístico que ponía en peligro al Parque Nacional de Cabo Pulmo, en buena medida gracias a la movilización de ciudadanos y científicos, que apoyaron a las comunidades locales para defender este arrecife, uno de los mejor conservados que quedan a escala mundial.

   También queremos resaltar que en casa, es decir en la UNAM, se inauguró el Laboratorio Nacional de la Sostenibilidad, el Lancis, para reunir los esfuerzos de académicos, servidores públicos y sociedad civil en los temas del desarrollo sostenible.

   Como parte de de la Estrategia de Universidad Sustentable Ecopuma, se puso en operación la primera etapa del sistema de calentamiento solar de la Alberca Olímpica de Ciudad Universitaria, así como un sistema de captación de agua de lluvia para consumo humano en el Edificio de Programas Universitarios y una azotea verde en la Coordinación de la Investigación Científica.

   Además, la Universidad Nacional otorgó el Distintivo Ambiental UNAM a 71 dependencias universitarias y los edificios sede de 5 secretarías de la administración pública federal. Posicionando así un sistema de evaluación del desempeño ambiental para el país.

   Destacamos también la actuación de un equipo de más de 30 alumnos de diversas facultades y escuelas de la UNAM en el Decathlon Europe 2014 celebrado en Versalles, que ganó el primer lugar mundial en Ingeniería y Construcción con un diseño de vivienda sustentable y accesible.

   Así pues, 2014 no sólo trajo malas noticias. Entre lo mejor del año nos parece rescatable la cada vez mayor conciencia y participación ciudadana en los temas ambientales, en especial la contribución de las y los jóvenes con protestas, ideas, organización y entusiasmo. Ojalá que a los adultos nos “caiga el veinte” de que estamos obligados a dejarles un mundo habitable, un mundo en el que, parafraseando a Sir David Attenborough,  aún puedan conocer a los elefantes, y desde luego, a la justicia, la cual pareciera, también,  estar en riesgo de extinción.

* Editorial ambiental de Mireya Ímaz en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 13 de enero de 2015.